Si los retos que plantea la alfabetización mediática en los nuevos entornos digitales son complejos, más lo es todavía lo que muestran las tendencias en el uso que los jóvenes hacen de los medios móviles. Hasta hace poco teorizábamos sobre «las tres pantallas» (televisor, ordenador y teléfono móvil) y ahora debemos atender a una panoplia de dispositivos que se complementan y se superponen unos a otros.
No sólo está cambiando la manera de informar y comunicarse, sino también las posibilidades en la educación y el aprendizaje contínuo. Pero también se están produciendo cambios –interesantes e inquietantes a la vez– que tienen que ver con la apropiación de las tecnologías de la comunicación y la información y el modo en que el uso que hacemos de ellas está modificando nuestro entorno comunicativo personal. No se trata solamente de una cuestión sociotécnica, sino psicológica y existencial.
La UNESCO organiza el próximo mes de febrero una semana de estudio sobre el aprendizaje mediante dispositivos móviles, en el que advierte grandes oportunidades para la alfabetización mediática, el desarrollo de la educación en jóvenes y adultos y la mejora en los niveles de lectura, así como la igualdad de oportunidades culturales y educativas de las mujeres y las chicas.
Convocatoria de la UNESCO Mobile Learning Week, inscripciones y seguimiento en línea.
Pero al lado de las oportunidades se encuentran los riesgos. José Manuel Pérez Tornero, uno de los mayores expertos europeos en alfabetización mediática y digital, ha advertido los cambios de los usos de la comunicación que se dan entre los jóvenes:
- Utilizan muchas plataformas y soportes, pero especialmente, el ordenador y el teléfono portátil.
- Leen de modo multimedia. No sólo leen los textos, sino que contemplan los vídeos, escuchan los audios, combinan todos los lenguajes y códigos a su alcance.
- Conexión constante. Leen y se comunican constantemente y en contextos muy diversos –transportes públicos, hogar, la calle, etc.-, utilizando, cada vez más, tecnologías móviles.
- Captan la información, en general, de un modo fragmentario, breve, sin disciplina intencional en la lectura, respondiendo a los impulsos que les llegan de los medios.
- Dos escalones de comunicación. Reciben información de dos tipos: a) de los grandes medios –periódicos, cadenas de radio y televisión-; b) de las redes sociales, a través de su grupo de “amigos”, que renvían, a veces, la información de los medios.
- Reciben información de fuentes muy diversas pero sin auténtico contrate. En general, no establecen procedimientos de contraste crítico sobre esas mismas fuentes. Diversidad no implica diferencia, a veces.
- Dificultad para interpretar sosegadamente. Lamentan, en muchas ocasiones, no tener ni tiempo ni modo de disponer de un contexto –una base adecuada- para interpretar la enorme cantidad y diversidad de información que reciben.
- Inmersos en la dispersión y no-reflexión. Tienen sensación de dispersión y encuentran dificultades para reflexionar y pensar con tranquilidad. Se sienten con escasísimas posibilidades para concentrarse adecuadamente cuando estudian o intentan leer en profundidad. Continuamente, se ven interpelados por mensajes dechat, de correo electrónico y de avisos emergentes que aparecen en sus pantallas.
- Dependencia mediática. Tienen una cierta adicción a estar conectados permanentemente a la red. No soportan largos períodos con el teléfono y el ordenador desconectados. Se sienten dependientes.
- Tiempo evanescente. Sienten que no son dueños de su tiempo, porque, de algún modo, la implicación en los medios y el sistema les merma posibilidades de auto-control y de autodeterminación de su comportamiento. Viven “demasiado deprisa”.
- Soledad conectada. A veces, perfectamente conectados tienen la sensación de estar solos. Y, tal vez por esto, para no sentir el abismo del silencio y la soledad, no soportan las desconexiones.
- Hetero-controlados. Notan que viven volcados hacia la contemplación de los demás, que lo que hacen es visto y hasta controlado por aquellos con quienes conviven en las rede sociales.
Leer el post entero en el blog de Pérez Tornero.
Como suele suceder, los educadores advierten los riesgos más aparentes de ciertos usos comunicacionales juveniles, y algunas escuelas han comenzado a prevenir contra el uso de las nuevas formas de cotilleo adolescente, como las páginas Informer en Facebook o Gossip. Pero el asunto va mucho más allá: «Los medios y, en general, las TICs han lanzado una ofensiva para colonizar nuestro entorno y nuestra psicología. De nosotros, colectivamente hablando, dependen el que lo consigan o, bien, que seamos nosotros mismos los que logremos finalmente, re-apropiarnos de lo que es nuestro entorno comunicativo, o sea, nuestro espacio propio y vital» (Pérez Tornero).
De esta reflexión me quedo con la consideración del entorno comunicativo como un espacio vital propio de la persona. El concepto va más allá de la consideración sociotécnica y sociosemiótica: entra de lleno en el campo de las libertades personales y colectivas y su realización en el campo de la democracia. Se habla del apoderamiento que las TIC pueden proporcionar a las personas, pero no tanto del desapoderamiento. A fuerza de discursos apocalípticos sobre los «efectos de la comunicación» nos hemos quedado inermes ante las posibles consecuencias de los nuevos escenarios. Conviene tomar en consideración posiciones como las de Evgeni Morozov, autor de El desengaño de internet: los mitos de la libertad en la red, cuya experiencia como súbdito de dictaduras ominosas es digna de ser atendida. Debemos afrontar nuevos problemas que no tienen que ver con los «efectos» que las antiguas reacciones al despliegue de la comunicación advertian o imaginaban. El entorno comunicacional personal y grupal es también un escenario democrático, de ejercicio de derechos de ciudadanía y de desarrollo personal que debe ser protegido, defendido y educado. Hay que comenzar a distinguir la comunicación formativa y democrática de la pseudocomunicación disruptiva y opresora que los intereses corporativos quieren hacer pasar por constructora de las identidades juveniles.
Algunas propuestas que se me ocurren ahora mismo:
Promover una educación digital centrada no en los usos de las tecnologías sino en su propósito.
Vincular los elementos de cultura pop propios de los entornos digitales juveniles a las cuestiones permanentes de la cultura humanística, descubriendo horizontes y mostrando relaciones significativas.
Incorporar a la educación mediática (media literacy) habilidades personales en materia de lectoescritura, potenciación de la memoria, creatividad y organización e integración del conocimiento.
Emplear recursos existentes en el campo de la pedagogía, las nuevas aplicaciones (mindmapping) y los métodos psicofísicos (mindfulness) sin olvidar el papel del ejercicio físico en tanto que favorecedor de los procesos sinápticos del cerebro.
Mostrar las posibilidades que la red ofrece en cuanto a contenidos de calidad, y ofrecer criterios para encontrarlos e identificarlos.
Educar en cuanto a las fronteras existentes entre un uso liberador de las tecnologías y una colonización de los espacios comunicacionales personales por las corporaciones, vinculando las acciones educativas a las realidades individuales de los educandos.
Mantener como horizonte la perspectiva de un nuevo humanismo postideológico en el que la tradición liberadora de las humanidades y el movimiento democrático se reactualicen en el marco de la sociedad de la comunicación.
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